No te acerques demasiado... te quiero

No te acerques demasiado... te quiero

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Amor, FiloSex

09 Oct 22

El amor es un poco como el sueño de Ícaro: hay que saber mantenerse alejado del sol.

Y no me refiero únicamente al Amor®, ese mismo que sólo algunos lograron capturar/mantener/hacer durar (y vivieron felices mucho tiempo y tuvieron muchos hijos ❤️❤️❤️), sino simplemente el afecto que tenemos para estas personas con las que nos encontramos regularmente, a las que apreciamos, a las que queremos con un amor familiar, amistoso... o un poco más.
El Otro es un espacio de descubrimiento en el que nos mezclamos periódicamente, con colores que habremos recogido durante nuestras «salidas». Es experimentando con estas mezclas, haciendo este tipo de cocina que generamos emociones. A menudo positivas al principio, como un arcoíris. La novedad y la sorpresa tienden a ser un filtro embellecedor (filtro de amor?).
Gafas nuevas pues 😅

Sin embargo, la presencia contínua, a veces en espacios o tiempos inapropiados o inoportunos, o simplemente demasiado todo el tiempo y demasiado en todas partes, hace que el vínculo entre dos personas se vea socavado, martillado, hasta el punto de que esta goma elástica, que inicialmente era tan flexible y suave, que nos unía en un amor apasionado, se vuelva tensa y amenace con resquebrajarse.
Así que aunque nos habían prometido (bueno, nos habían dicho que podíamos, incluso que «era lo correcto») que siempre-nos-amaremos®, de pronto nos enfrentamos a un «desamor». Creemos que nuestro Amor® se ha desvanecido, que «no ha funcionado», o peor, «que no lo hemos logramos».
¿Y si fuera simplemente que nos hemos mirado demasiado de cerca?

No hay que permanecer demasiado cerca de las personas que queremos. Y estos tiempos de confinamiento por Covid nos lo han recordado muchas veces.
Cuando todas estas cualidades admirables por las que hemos puesto la mirada en el alma querida se convierten en faltas insoportables, es porque hemos metido los dedos en el enchufe a 220V.
A veces es mejor imponer un poco de distancia (... ¿y si fuera un estilo de relación más que una etapa?), o como diría el incorregible Kundera:

Hay que respetar la regla de tres.
Se puede ver a la misma mujer a intervalos muy cortos, pero nunca más de tres veces.
O puedes acudir a ella durante muchos años, pero solo con la condición de que dejes pasar al menos tres semanas entre cada cita.

(La insoportable levedad del ser)

😂

¿Criterios equivocados y subjetivos del Amor®?

El amor perfecto, el amor ideal, aquel al que se aspira y en él que uno se arroja es muy a menudo un amor exclusivo y celoso. Pero bueno, después de un tiempo las cosas salen mal, porque como lo decía, el enunciado es falso.
¿Te sorprendería si propusiera la idea de que condenar la infidelidad es dar crédito a la posesividad y los celos como sentimientos correctos?

¿Qué es el amor en realidad?

Con tal de querer reservar sus Sentimientos® para alguien Especial®, con tal de temer agraviar el nombre del Amor® no nos autorizamos el explorar e invertir todas las sensaciones que bailan sobre el espectro que se estira del respeto a la pasión, pasando por la ternura, el afecto, el flechazo, el deseo carnal, la seducción, la conexión emocional, intelectual, física, filosófica o cultural y una miríada de otros matices que me gusta llamar los matices del amor.

Como diría deliciosamente Richard Mèmeteau:
En lugar de decir que vivimos en una época de libertinaje generalizado, también podríamos decir que vivimos en una generalización de la clásica paradoja del dilema del prisionero. Para evitar contratiempos románticos, cada uno apuesta por la traición del otro y así contribuye a producir colectivamente el peor resultado posible: un mundo donde el amor (creador de intereses) es de lo que debemos despegarnos.

Y así, como tenemos miedo de equivocarnos, buscamos a tientas: «¿Realmente la/lo quiero?», «¿Es esto es un amor verdadero?».

¡Pero a quién le importa 😂😂😂!!!!

Hay que decir «te quiero» en cuanto lo sentimos, sin miedo al impacto de tus palabras.

Miguel Ruiz nos tranquiliza con que el Amor es el ingrediente mágico que hace mágica nuestra cocina: es inagotable. De nada sirve racionarlo, somos capaces de producirlo y multiplicarlo sin límites.
Sí, como nos dice Eva Illouz, «El amor duele», pero no por las razones que ella explica, pájaro de mala muerte, sino porque vivimos en un mundo dual, que el Bien sólo existe porque es la contrapartida del Mal, que las pasiones estallan sólo porque contrastan con los días lánguidos que las preceden y los tumultos desgarradores que las siguen.

De hecho, lo que necesitaríamos es que las historias de amor tengan un final feliz. Todos queremos amor, todos queremos esta historia de amor que nos desagrega el cerebro, todos tenemos miedo de encontrarlo y que acabe... mal. Tendríamos que encontrar la manera de que todas estas historias de amor mantengan su fuerza y ​​brillo mientras existan. El espectro de su fin ya no debería ser angustioso, sino también acogido como una joya.

¿Y si en vez de centrarnos en su fin explotamos su presente 🤔?

¡A estas alturas, tendríamos que saberlo!
¿Cómo es que seguimos pensando que todas nuestras historias de amor durarán para siempre? Nah, pero francamente, ya somos grandes...
Pero igual, cada vez que nos enamoramos, nos volvemos a colgar como miserables de la promesa de tu-mi-amor-para-siempre-jamás-te-olvidaré.

Pero «siempre» y «nunca» no nos dan ninguna indicación sobre el futuro, que lo sepas.
Sólo nos dice algo sobre el presente.
Dejemos de aferrarnos a ilusiones ¡j@d€r!

Porque lo que nos arrastra en el dolor, lo que carcome nuestra cuota de felicidad (al alejarnos del momento presente), ¡es la desilusión!

Es tiempo que aceptemos la impermanencia del amor, de todos los amores, que demos la bienvenida a su intensidad, y su dolor.

Aceptar el amor como un estado presente.

Como un presente.


Hablan de ello :

Sex Friends - Richard Mèmeteau
La Maestría del Amor- Don Miguel Ruiz
Porqué duele el Amor - Eva Illouz

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